Don Antonio González Balcarce, brigadier de los ejércitos de la patria, a sus conciudadanos

Compatriotas:

          Aunque no se me ha ocultado que el largo silencio que he guardado sobre los horrorosos crímenes que me imputaron la honorable junta de observación y excelentísimo cabildo por su bando publicado el 11 de julio anterior; ha debido ofrecer un fundado mérito para persuadirse o que estaba convencido de la justicia con que se me había acriminado, o que me era indiferente presentar al público las defensas relativas a mi vindicación. Es llegada, pues, la precisa ocasión en que debo patentizar que no ha consistido en ninguno de estos principios. Cuando sucedió la publicación, creí más oportuno callar, consultando no se alterase por mi parte la tranquilidad pública, resignándome a preferir recayese sobre mí la justa indignación a que se excitó; y a sufrir todos los males, que pudiera acarrearme el esforzado empeño con que se procuró calumniarme, antes que causar un día de amargura y de luto, conmoviendo los ánimos con un manifiesto en oposición a la notoria violencia y ultraje con que se insultó la autoridad suprema que se me había confiado. Después he creído que el más seguro medio de dar a mi patria la debida satisfacción de mi conducta, era una expresa declaración de mi fidelidad e integridad prenunciada legalmente en el imparcial tribunal de la justicia. Este caso aun no ha podido efectuarse, cuando he sido nuevamente precisado por el jefe supremo de la nación a continuar las funciones de mi empleo, por cuya razón no puedo omitir el publicar los antecedentes que han mediado, según se ve de los oficios que se transcriben a continuación; y el honor característico al rango en que la patria me ha colocado no me permite su ejercicio, sin que mi conducta sea antes acrisolada por una sentencia judicial, que debe ser consiguiente a mis reclamaciones; y mientras llega ese momento tan deseado para mi, ocurro al tribunal imparcial y siempre severo de la opinión pública cuyo juicio aunque no pronunciado bajo la majestad del solio, y no tan solemne, no pero eso es menos justo. Sí, compatriotas, vuestra declaración espera un ciudadano honrado, un militar laborioso y un magistrado íntegro.





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Páginas 12-694 a pág. 12-701 

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